Hace ya varios años, un reconocido humorista venezolano publicó un video corto sobre el desaliento que aún sigo recordando. Dura dos minutos, aquí se lo dejo para que lo disfruten:
Se trata de un breve relato de ficción, en el que se describe el desaliento como una herramienta del diablo, pero no una cualquiera, no, sino la más poderosa; precisamente porque nadie piensa que lo es.
Se define como una herramienta del diablo por sus consecuencias, porque hace que las personas dejemos de luchar, de perseverar, nos sintamos sin poder sobre lo que nos pasa. Y la define como la más poderosa, porque nos pilla desprevenidos, apenas se percibe, no agrede a nadie, no al menos de una forma evidente.
¿Y entonces, qué podemos hacer? A mí me viene a la mente una parte en concreto del modelo de cambio de mentalidad del Instituto Arbinger.
Este modelo describe dos tipos de mentalidad, “fuera de la caja” y “dentro de la caja”. Cuando tenemos una “mentalidad (manera de ver a los demás y a nosotros mismos) dentro de la caja” nuestra atención está puesta principalmente en nuestras propias preocupaciones y necesidades. Con una “mentalidad fuera de la caja” por el contrario, somos capaces de percibir realmente las necesidades y preocupaciones de los demás.
Pero no estamos dentro de la caja a sabiendas. La mayor parte del tiempo no somos conscientes de que lo estamos. Encontramos muy buenas justificaciones que nos permiten seguir haciendo lo que hacemos, o no hacer determinadas cosas. Además, podemos recurrir a diferentes tipos de justificaciones, lo que termina produciendo diferentes “estilos de caja”. El modelo describe 4 estilos.
Una de estas cajas es particularmente sibilina, va muy bien disfrazada para que no se perciba. Es el estilo de caja llamado “peor que”. En este estilo sentimos que somos menos capaces, que valemos menos que otros (pensamos que somos menos rápidos, menos inteligentes, menos guapos/as). O también, nos sentimos más débiles ante las circunstancias que se nos presentan. Los problemas o dificultades son monstruos más grandes que nosotros.
Cuando conocí el modelo, me di cuenta de que yo utilizaba este estilo en muchas situaciones, especialmente cuando debo afrontar una tarea que me resulta difícil. ¿Qué pasa si siento que un problema es muy difícil de resolver, o que una nueva herramienta es muy difícil de aprender? Si estoy convencida que no puedo con ella, lo más probable es que no lo intente, que lo postergue tantas veces como pueda, hasta que pase el momento en el que tenía que haberlo hecho. Con las evidentes consecuencias que esto puede traer para mí y para los que trabajan conmigo.
El modelo de mentalidad de Arbinger nos enseña que cada tipo de caja tiene señales de alarma, “banderas rojas” que nos sirven para identificar si hemos entrado en ella. Para mí, las banderas rojas más importantes son las sensaciones o emociones que me vienen cuando estoy en un determinado estilo de caja. Y en la caja “peor que” identifico claramente una sensación. ¿Adivinan cuál puede ser? La herramienta más efectiva del diablo, el desaliento.
Las circunstancias que todos estamos atravesando ahora son especialmente propicias para entrar en esta caja. Puedo decir que estoy desanimada porque la situación es muy difícil. Y como evidentemente lo es, habré conseguido mi propósito de tener una justificación elegante que todo el mundo acepte. Pero en el fondo sé que lo que más me afecta no es la complicada situación que atravesamos, sino el reto de aprendizaje que tengo por delante.
Manejarse con efectividad en un contexto tan diferente como el que se nos presenta ahora, requiere que conozca y use herramientas diferentes. Desde las tecnológicas, hasta lo que tiene que ver con los hábitos de comunicación.
Siempre me he descrito como una usuaria “muy básica” de la tecnología. Vamos, que me manejo con lo mínimo. Cuando oigo decir que, de aquí en adelante el funcionamiento de todo va a ser digital, se me ponen los pelos de punta. Es mi primera reacción. La de la inercia de la caja “peor que”.
Afortunadamente se puede salir de esta caja.
El primer paso es identificar la “bandera roja”. En mi caso, esa sensación de sentirme pequeña ante lo nuevo que tengo que aprender. Ya la tengo identificada, la sensación de desaliento.
Siguiente paso. Levantar la mirada (de mi ombligo). “Ver” los objetivos que nos hemos propuesto, lo que queremos conseguir. Ver el esfuerzo que están poniendo todos, lo que mis compañeros necesitan y cómo puedo ayudar.
En el modelo de cambio de mentalidad de Arbinger, este paso de “Ver” al otro/os, con sus objetivos y retos, es el primer paso necesario para salir de la caja. A mí me funciona poner la mirada en los objetivos que nos hemos propuesto.
Así que le voy cogiendo cariño a las herramientas de comunicación en remoto. De hecho, me lo estoy pasando muy bien utilizándolas. Aunque suelo preferir que alguien me las explique bien, mi estado de ánimo es diferente. Disfruto de aprender.
Tener una mentalidad fuera de la caja permite esto, estar dispuesto al aprendizaje, allí donde antes nos negábamos esa posibilidad. El desaliento no es humildad. La verdadera humildad es estar dispuesto a aprender.
Especialmente importante para estos días que van a requerir que aprendamos mucho: ¡Saliendo de la caja, disfrutaremos del camino!
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